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martes, 1 de julio de 2008

¿Bético? nunca


La familia Sánchez, residente en Sevilla, presumía de tradición sevillista desde donde remontaba su memoria.
Marcos esperaba un hijo junto a su mujer, y día a día, presumía por todo Nervión del sevillista que traería al mundo.
''Es matemáticamente imposible que yo tenga un hijo de esos...¿Bético? Nunca.''
''Tendré un nuevo sevillista en la casa....En cuanto tenga uso de razón, sera socio''.
Los primeros meses de vida del crío, Marquitos, estuvieron plagados de bufandas del equipo, camisetas del reducido tamaño del crío y un cuadro de punto de cruz que su madre estaba creando, con el escudo del Sevilla y el nombre del recién nacido.
Transcurrieron los años y, cuando apenas este supo hablar, en el rellano de su escalera, sus vecinos le preguntaron bajo la atenta mirada de sus padres que de que equipo era.
-Yo....Betii!!!
Ese día, Marcos Sánchez estuvo al borde de la hiperventilación.
El padre tuvo que desistir en su intento de abonarle. Sabia que era su hijo, sangre de su sangre, y le quería como a una parte de su ser, pero deseaba que le hubieran encomendado a un crío con un equipo afín al suyo. Toda la vida odiando a los béticos...Y ahora tenia a uno, muy guapo, muy simpático y gracioso, tumbado sobre su cunita, descansado.
El día de su sexto cumpleaños, Marquitos solo quiso un regalo. Ir a ver a su Betis. El padre se negó en rotundo, lo que provoco el berrinche y posterior capricho del niño, que a cada día insistía mas y mas, hasta que una noche, Marcos exploto:
-Si te llevo a ver al Betis me dejaras dormir tranquilo?
Marquitos dudo.
-Si. Pero solo si me llevas a verlo.
El padre suspiro.
El fin de semana siguiente ya se encaminaba a la Palmera. Caminaba con la mirada agachada y sin ninguna bufanda, y de un color neutral, que iba a saber el que ese era el primer color de este Betis, de azul, mientras su hijo saltaba, alegre, agarrado de la mano de Marcos. Cuando miro la sonrisa de oreja a oreja de su hijo, en la casa del Betis, se dio cuenta de que algo distinto sentía en su alma hacia los béticos.

...................

Años después, hoy Marquitos es un hombre de unos treinta años. Es socio desde hace 20 y siempre acude con la misma compañía al estadio: La de su padre. Que aun siendo sevillista, no puede desprenderse de la magia que destila nuestro estadio, de la sonrisa de los aficionados, de su inagotable deseo por cantar al equipo y llevarlo a lo mas alto, de las sonrisas que estos derramas y las risas nerviosas que afloran a cada bendito gol.
El nunca se ha levantado a celebrar un gol bético. Solo sonríe a su hijo mientras este le abraza. Porque sabe que siempre han sido cómplices de un bendito secreto, un secreto solo de padre e hijo: Cuando, al salir de casa, anuncian que van al fútbol, se miran con complicidad al girar hacia la Avenida de la Palmera.

Gracias a HaushinKa por el relato tan bonito y con el que tantas personas se sienten identificadas

1 comentario:

Judi Puerto dijo...

Eyyy Tharsy!!! Qué guay verte por mi blog! Ya he vuelto, que he estado de mudanzas!!
He echado un vistazo al tuyo. Me encanta!!! Escribes de maravilla, no dejes de hacerlo.
Mil besitos.